domingo, 27 de agosto de 2017

Lesiones y Primeros Auxilios

Lesiones y primeros auxilios

Desde el punto de vista de las disciplinas marciales utilizan golpes y técnicas potencialmente peligrosas, debemos suponer que éstas son capaces de producir lesiones en el oponente. Sin embargo, nuestra experiencia nos dice que en todas las actividades deportivas existen riesgos de lesiones accidentales que no superan en modo al­guno las que se presentan en el Taekwon-Do o en las otras artes de combate.
Debemos considerar, además, que al margen de las lesiones que se le pueden producir al rival por golpearlo, existe la posibilidad de causar diferentes tipos de lesiones en nosotros mismos, debido a las exigencias de la práctica y el combate.
De acuerdo con lo que hemos descripto, podemos afirmar que cual­quier cualidad física desequilibrada de las restantes afecta conse­cuentemente la aplicación de la técnica (aunque ésta haya sido co­rrectamente entrenada y preparada), en cuanto a su desarrollo y con­clusión, a través de la práctica de las formas.
En la realidad, sucede que siempre existen los imponderables que modifican lo planificado.
El deportista que somete siempre su cuerpo a diversas exigencias en condiciones que varían permanentemente, está constantemente expuesto al peligro de lesiones de algún tipo. Estos daños, según la zona del cuerpo en que hayan recaído y según la contundencia con que fueron hechos, van a alcanzar niveles de gravedad diferentes que pueden ir desde las comunes contusiones, hasta las peligrosas fracturas y luxaciones.
Solamente el médico tiene conocimientos como para dar un diag­nóstico exacto, y las indicaciones terapéuticas más adecuadas para el proceso de rehabilitación que luego derive en un completo resta­blecimiento.
Cuando una lesión ha sido diagnosticada, es conveniente que sea tratada por un fisioterapeuta, que actuará con diversas técnicas para ayudar a superar el dolor, y que dirigirá el tratamiento fase por fase hasta que se alcance la recuperación.
Tanto el autodiagnóstico como la autocuración puede resultar un peligro que no sólo haga perder el tiempo, sino que alcance a provo­car un daño mucho más serio.
Sí, en cambio es importante procurarse una autoayuda, que co­mienza por una comprensión de lo que ha ocurrido, y mejor que eso, conocer la forma en que la lesión pueda evitarse.
Por otra parte, destaquemos que solamente pueden ser tratadas sin asistencia profesional las lesiones de tipo contusi6n (que le ocu­rren al hueso o al músculo) y las llamadas distensiones o esguinces leves (en los ligamentos).
El resto de las lesiones requieren de una evaluación y un tratamiento a cargo de expertos. Además, para no correr riesgos en cuanto a la evaluación de las lesiones leves, siem­pre es preferible una consulta médica, porque siempre está latente la posibilidad de que una lesión más riesgosa pase inadvertida.
Primeros auxilios
Ya hemos dicho que no hay nada mejor que un médico para aten­der cualquier tipo de lesión, pero frecuentemente se producen cuando no hay uno cerca, y por lo tanto, es muy importante conocer los principios básicos de los primeros auxilios para saber qué hacer en esas situaciones.
Este capítulo pretende dar una visión general sobre las lesiones más comunes que -según la experiencia- se producen tanto en las prácticas como en las competencias. Conocerlas, ayuda a poder actuar de la forma más correcta, procurando los primeros auxilios para el accidentado y no haciendo cosas que agraven su situación.
Tipos de lesiones
Las lesiones pueden clasificarse en dos categorías básicas: lesio­nes traumáticas y lesiones por exceso de trabajo. Las primeras son notadas en el momento en que se producen por sentirse inmediata­mente sus efectos dolor, hinchazón, contusión o hasta una herida abierta. Las lesiones por exceso se manifiestan por un aumento gradual del dolor y están directamente asociadas con las actividades repetitivas. El codo del tenista es un ejemplo de ellas.
La mejor forma de evitar las lesiones traumáticas es, como dijimos antes, eliminando al máximo los factores de riesgo. El entorno en que se realizan las competencias, los protectores adecuados, la superficie sobre la que se combate, el equipo que se utiliza, la suficiente entra­da en calor, el estado mental de tranquilidad, el conocimiento de los reglamentos y, en fin, todo aquello que permita tener mayor seguridad en cuanto a la integridad física, debe ser cuidado.
La dieta es muy importante también en este aspecto. No hay que tener el estómago vacío para el entrenamiento o la competencia, pero sí, dejar pasar al menos tres horas desde la última comida. Se deben evitar las comidas que dejen al aparato digestivo recargado en exce­so y hay que comer equilibradamente, dos o tres comidas formales durante el día y pequeños bocados en medio de ellas para impedir que bajen las energías
En épocas de mucho calor, se tiene que tomar líquido suficiente como para evitar calambres y deshidratación. No hay que consumir estimulantes tipo café, té o alcohol, y sí comer con sal las comidas.
No desabrigarse en épocas frías. Recuerde que con la práctica su­be la temperatura del cuerpo, pero en cuanto se detiene aquélla, ésta comienza a descender, y deben evitarse esos golpes de frío.
Todo lo que le parezca que es un cuidado para su salud e integri­dad hace a la prevención de lesiones. Y no olvide nunca el viejo y sa­bio refrán: "Mejor prevenir que curar".
Lesiones leves
Las llamadas lesiones leves incluyen las contusiones de huesos y músculos y las distensiones de ligamentos y músculos, que no por ser de carácter leve, dejan muchas veces de ser dolorosas.
La contusión se produce por la aplicación de un golpe directo so­bre un hueso o un músculo, y se manifiesta por la formación de un hematoma, con hinchazón y dolor. En casos leves, pasa casi desa­percibida y se puede continuar con la actividad física. Cuando la con­tusión es más importante, debe interrumpirse el trabajo físico, y pro­cederse a la aplicación de frío, por medio de hielo, en la región afec­tada. No hay tiempo prefijado para la aplicación del hielo, aunque en general se aconseja hacerlo durante 15 ó 20 minutos y repetir la apli­cación 4 ó 5 veces al día, durante 2 ó 3 jornadas.
En cuanto a las distensiones, deben separarse las de ligamentos de las musculares. Las primeras aparecen cuando el movimiento de una articulación es llevada más allá de sus posibilidades y los liga­mentos sufren un tensado violento, aunque no llegan a romperse. Se produce un fuerte dolor, y puede aparecer hinchazón en la región afectada. De inmediato se suspende el ejercicio y se aplica frío en la zona, en la forma indicada para la contusión. Conviene también pro­ducir cierta inmovilización por medio de rodillera, tobillera o muñeque­ra elástica. Si al cabo de unos días no se produce mejoría, debe consultarse al médico.
La distensión muscular se produce cuando el cuerpo realiza una determinada acción y los músculos intentan evitar, con el movimiento contrario, un posible golpe o una caída. Cuando la distensión muscu­lar es leve, produce dolor a nivel muscular; si fuera más intensa, so­brevendría una contractura que el músculo realiza para impedir movi­mientos que le causarían mayor dolor.
Corno en las lesiones anteriores, ante la distensión debe recurrirse a la aplicación de frío local, pero al producirse la contractura, debe cambiarse el frío por el calor, mediante lámpara infrarroja, almohadilla eléctrica, arena caliente u otro elemento que tengamos a mano, para producir circulación sanguínea y provocar la relajación del músculo contracturado.
En todos los casos mencionados puede ser útil la aplicación de Pomadas o cremas analgésicas y antinflamatorias, que posibiliten el ali­vio del dolor.
Lesiones graves
Fisura osea. En este tipo de lesión, el hueso alcanza a resquebrajarse, sin llegar a la fractura, es decir, a la separación de los extremos rotos. Aparece dolor, hinchazón y después hematoma. Ante la presunción de una fisura, conviene la aplicación de frío local y el traslado a un centro médico donde le puedan tomar placas radiográficas y aplicar el tratamiento apropiado. En tanto, evite apoyar sobre el miembro afectado el peso de su cuerpo.
Fractura ósea. Para calificar su gravedad, incide decisivamente el grado de rotura o la presencia de heridas externas (fractura expues­ta). Provoca un gran dolor que aumenta con el movimiento. Debe actuarse inmovilizando provisoriamente la región afectada. Para ello pueden utilizarse tablillas, un par de libros o un palo, que serán atados con vendas o trapos para impedir los movimientos. El lesionado debe ser trasladado a un lugar de atención médica para que reciba asistencia profesional. No debe intentarse mover el segmento lesionado para retornarlo a su posición original. Si la fractura es expuesta, con herida abierta, podrá utilizarse un antiséptico sobre la misma y cubrirla con gasas.
Desgarro muscular
Con un mecanismo similar al de la distensión muscular, aunque con una mayor intensidad, se provoca el desgarro, que presenta un dolor intenso, un hematoma y la imposibilidad de mover la región por causa del dolor. El primer auxilio consistirá en la aplicación local de frío y el traslado del paciente hasta el médico. Entre la distensión y el desgarro, se produce la lesión denominada ruptura de fibras musculares, que también se presenta con un fuerte dolor local, un hematoma y la imposibilidad de moverse por el intenso dolor. El auxilio es similar al del desgarro.
Rotura de ligamentos
Cuando el movimiento de una articulación va más allá de sus posibilidades y los ligamentos se tensan con mayor violencia que para provocar una distensión, puede sufrirse la ruptura de los mismos, parcial (cuando se parten algunas fibras del ligamento) o total (cuando éste se corta totalmente).
En caso de que los dos extremos óseos que componen la articulación se desencajen, esta grave lesión se llama luxación. Los auxilios que pueden aplicarse en primera instancia son iguales a los de los casos anteriores: aplicación de hielo, inmovilización y urgente búsqueda de auxilio médico. Nunca debe intentarse corregir. las deformaciones.
Otros golpes
Otros golpes que pueden producir lesiones son los impactos en la cabeza, “CONMOCIÓN CEREBRAL”, estas conmociones pueden ocurrir también al caer sentado o con los pies juntos; aunque la cabeza tiene fuertes huesos que protegen el cerebro, és­te puede llegar a ser dañado cuando la masa encefálica golpea contras las paredes del cráneo. El procedimiento correcto a realizar es: llamar al médico, aflojar la ropa ajustada, mantener al accidentado en un lugar ventilado, ubicar la cabeza en un plano alto con respecto al resto del cuerpo, aplicación de hielo.
Si se provocara la pérdida del conocimiento o la memoria, aunque sea por un breve período, se debe recurrir a la emergencia médica. Una lesión cerebral puede ser muy grave y no se debe correr riesgo al respecto.
Los golpes en la zona media difícilmente provoquen lesiones, aunque podrían afectar órganos internos como el bazo o el hígado. Después de un golpe fuerte en el estómago, el afectado debe ser controlado hasta que el dolor desaparezca; si éste continúa, aquél debe ser trasladado hasta un centro médico. Observar especialmente si sufre de mareos, palidez intensa o desmayos.
Finalmente, hablemos de las heridas, que resultan evidentes para todo el mundo y también pueden producirse durante las prácticas o los combates. Resulta importante conocer algo sobre ellas para poder prestar el primer auxilio:
Es conveniente proceder en primer lugar a un lavado con agua y jabón (el mismo que se emplea para tocador). Después de un buen lavado, se aconseja desinfectar con agua oxigenada, yodo o alcohol. Siempre es conveniente que las heridas sean revisadas por un médico, e inclusive que éste determine la necesidad de aplicar una inyección antitetánica. Es aconsejable en las heridas no usar algodón para desinfectar, ya que sus fibras pueden pegarse en la herida y posteriormente producir una infección
Mencionemos también la hemorragia nasal, que provoca salida de sangre por los orificios de la nariz. Esto es causado por la rotura de venas superficiales de la mucosa nasal, provocada por un golpe. Se puede cortar la hemorragia tapando los orificios nasales con los dedos durante unos minutos, colocando la cabeza en posición horizontal.
También pueden taponarse los orificios con algodón y aplicar trío sobre la nuca. Si la hemorragia persiste, deberá acudirse al médico.
Pérdida de conocimiento sin que se sufran golpes
Se produce cuando la sangre no irriga suficientemente el cerebro y por lo tanto las cédulas nerviosas se ven privadas de oxígeno, esto provoca un simple mareo, pero puede llegar hasta un estado de coma. Todo depende de cuánto tiempo fueron privadas de oxigeno éstas células.
Mareos Se caracteriza por cefaleas, palidez y nauseas. Se debe colocar a la persona semisentada, en un lugar ventilado y sin mucha luz.

Lipotimia Es una disminución súbita de la presión arterial, que provoca una deficiente irrigación sanguínea del sistema nervioso. El calor excesivo la mala alimentación y los esfuerzos físicos intensos son algunas de las causas, y se manifiesta con nauseas, bostezos, palidez y sudor frío. El procedimiento a realizar es ubicar al paciente en posición horizontal, y elevar las piernas para facilitar la irrigación hacia el cerebro, aflojar la ropa y se puede refrescar las muñecas y la nuca con agua fría.

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